viernes, 18 de septiembre de 2015

La bandera tricolor (5). Y Cataluña

La cuestión catalana durante la II República. (y 2)
El mecanismo que opera tradicionalmente en el argumentario nacionalista a partir de 1714, establece dicotómicamente dos bandos, Castilla-Cataluña en el pasado, que posteriormente sustituirán Castilla por España y en épocas recientes simplificando lo español en Madrid, utilizado para explicar todo asunto, tenderán a marcar dos trincheras, ellos en la de los buenos, sin mirar ni atender la diversidad de fuerzas existentes en cada núcleo, así las decisiones a tomar serán muchas veces saltos en el vacío, que llevarán a fracasos de los cuales responsabilizarán siempre a los otros, a los españoles. La explicación para simplificar absurdamente la realidad es sencilla, reducir elementos de debate permite que la propaganda se extienda fácilmente y con mayor rapidez. Tiene un problema, sepulta la verdad, no facilita soluciones de forma estable y genera crispación creciente. Un ejemplo estremecedor es la Guerra Civil de 1936/39. La presentan como conflicto de España/Castilla contra Catalunya, y Euskadi, hacen aparecer al Gobierno español como culpable, en aquel momento republicano, a quien le piden responsabilidades por la represión ejercida por los golpistas, le acusan del bombardeo de Guernica y Barcelona, cuando fue el gobierno y los españoles republicanos, quienes recibían las bombas, en Guernica, Barcelona y Madrid. 


De repente, los catalanes y vascos que apoyaron a Franco, que lucharon a su lado y vencieron machacando a sus convecinos, estos catalanes que reprimían y ordenaban fusilamientos han desaparecido de la historia de los malos, aquellos catalanes que financiaban el golpe de estado o que posteriormente comenzaron la represión de postguerra en Barcelona, han pasado a la zona oscura, solo quedan en la escena los españoles malísimos, contra los buenos pueblos periféricos –dixit Maragall-. Resulta exageradamente burdo, pero en amplios sectores de población se instaló esta ignominia que se esparce entre los niños y la juventud. La derrota de Cataluña permitió que los catalanes escaparan a Francia, algo imposible en la derrota de Madrid, la gran golpeada y bombardeada durante la guerra, una de las ciudades que más bombas recibiera en el siglo XX. Tampoco pudieron escapar de Valencia, salvo pocos por mar.


‘El máximo dirigente de la Lliga, Francisco Cambó, estaba vinculado al gran capitalismo internacional, la guerra civil le sorprendió viajando por su yate por el Mediterráneo; desde el extranjero facilitó ayuda financiera a Franco’ citado por Ramón Tamames, ‘Historia de España Alfaguara VII’, Alianza Editorial 1973. Cambó no sintió simpatía por Franco, pero sí eligió apoyar el Movimiento. En el imaginario del catalanismo construirán la imagen de la derrota republicana en la guerra civil como si de una invasión de España a Cataluña se tratara, olvidando y escondiendo las tropas franquistas formadas por catalanes, y no solo en el Tercio Nuestra Señora de Monserrat, formado por cuatro compañías de fusileros, una de ametralladoras y las secciones de morteros y transmisiones, además de un cuerpo de tren, formando parte de la Brigada de Reserva del Ejército del Centro, integrado en la 74 División. El nacional catolicismo también existía en Cataluña, y la burguesía industrial y comercial, grandes propietarios de tierra, y medianos industriales, pequeños agricultores, artesanos… como es natural, todos ellos con intereses diferentes. Tras la batalla del Ebro, fuerzas nacionalistas catalanas y vascas, ERC y PNV, intentaron negociar con Franco por su cuenta, traicionando a la República, a la que restan apoyos, lo hacen tanto para buscar su mejor posición, como por la proximidad ideológica de muchos con la España nacional católica, lo cual otra vez tiene poco que ver con esa simplificación de pueblo español perverso a un lado y pueblo catalán maravilloso al otro.

''Cataluña está decidida a triunfar, y a triunfar ahora, pese a quien pese y cueste lo que cueste. Quien se ponga delante de Cataluña en marcha será aplastado, como quien se pone delante de un ferrocarril, porque nosotros no podemos ni queremos detener la marcha del pueblo de Cataluña. ''
Francesc Cambó (1876 - 1947) 

Para mejor entender la situación consideremos que en España se producían encarnizados enfrentamientos, al igual que dentro de Cataluña, lo cual es sinónimo de disparidad de intereses y cierto equilibrio de fuerzas parejas que pueden torcer resultados ahora a un lado, poco después a otro. La Lliga durante la República, era representativa de la burguesía, defendió sus intereses reaccionarios, en 1934 se opuso a los mayoritarios ‘rabbasaires’ obstruyendo la reforma agraria en Catalunya, la Ley Catalana de Contratos de Cultivos fue declarada inconstitucional, lo cual impulsó la proclamación de Companys del 6 de octubre de 1934. Tras las elecciones de 1936 desaparece pasando parte de su militancia a la zona franquista y apoyando a Franco posteriormente, igual que otros catalanes significativos -como Dalí, Pla, Samaranch, Porcioles, Gomis, algunos presidentes del Barsa, etc.- la lista sería larga, por cuanto estamos cerca de aquellos hechos y son conocidas personas con militancia franquista y nacionalista, pero del pasado lejano quedan pocos rastros por lo que es sencillo fabricar la idea de uniformidad en el pueblo, a pesar de su heterogeneidad, ahora y siempre, además de las fuerzas catalanistas, en los años treinta había otras de la derecha, no nacionalistas, monárquicos, secciones de la CEDA, del Partido Radical,… 

Una idea básica del nacionalismo se configura a partir de considerar al pueblo como mercancía salida de una factoría, estandarizado, gentes unidas por el mero hecho de haber nacido en la misma fábrica, para aumentar su pegamento será conveniente crear un enemigo común, porque pocas cosas unen más que soportar juntos las mismas afrentas, lógicamente ese pueblo por el mero hecho de nacer en tal lugar será moralmente bueno y valiente, contraponiéndose a los malos extranjeros, en este caso españoles. No importa que sea mentira, que resulte imposible encontrar en parte alguna un pueblo homogéneo, como se encarga de reflejar la historia, lo que importa es que repetido por todas partes una y mil veces calará, y si no fuera así el individuo sería expulsado de la tribu. El sentimiento de pertenencia dará seguridad y protección, si alguien duda, será causa de desafección, si quiere compartir sentimientos dentro y fuera, será alejado del grupo.

Durante la Guerra Civil, en mayo de 1937 en las calles de Barcelona se produjeron los hechos novelados por George Orwell en ‘Homenaje a Cataluña’, que dieron la vuelta al mundo. Milicianos anarquistas de la CNT y del POUM marxistas-antiestalinistas, sufrieron represión, acoso e ilegalización y combatidos por las fuerzas de la Generalitat. Y del PCE. –Andreu Nin fue posteriormente asesinado en una cárcel madrileña.- En el fondo latía el dilema de ganar la guerra para hacer la revolución, que defendían los comunistas o hacer la revolución para ganar la guerra, que era lo que defendían los revolucionarios. En zonas de Aragón y otras muchas de España, los anarquistas modificaban la propiedad y cultivo de la tierra repartiéndola durante la guerra, era una manera de poner en marcha la reforma agraria parcialmente fracasada de la República. 

En Cataluña existía fuerte implantación anarquista –también en Andalucía- tradición de luchas contra la burguesía nacionalista y los propietarios de la tierra, y en aquellos primeros meses de guerra se sumó la dificultad que entrañaba para la República el carecer de un mando militar único en todo el territorio, lo cual favoreció a los golpistas que lo unificaron en Franco, la cuestión es que el golpe de estado en Barcelona se paró, por las fuerzas de seguridad y gracias al potente movimiento obrero, que organizado el día antes, llamó a la lucha haciendo sonar las sirenas de las fábricas. Pocos meses después, en mayo del 37 las fuerzas de la Generalitat quisieron acabar con la fuerza militar que representaban CNT y POUM, con fuerte implantación entre las bases obreras catalanas. Otra vez se desvanece la ilusión nacionalista, aparece un pueblo diverso, golpistas y quienes les apoyaban a un lado, en otro encontramos a burgueses nacionalistas y republicanos, al lado fuerzas sindicales y políticas socialistas y comunistas, un poco más allá aparecían con fuerza sectores obreros dispuestos a empujar la revolución.

PD. El texto procede de mi libro ''Catalunya. Camino a la secesión'' que puede descargarse libremente. Una visión de izquierda del proceso.

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