lunes, 9 de junio de 2014

Para avanzar hay que mezclar, nuevos activistas y viejas organizaciones

Los resultados de las elecciones europeas no me obligan a cambiar las ideas anteriormente publicadas en esta serie, 'Agitemos las izquierdas', ni las que ya tenía escritas listas para publicar, en todo caso las potencian, más tras el éxito de Podemos, frenazo de IU y fracaso del PSOE cuyos militantes en su mayoría siguen ciegos y sordos, -ahora muchos de ellos considerando que los atacan se cierran aún más-. El 14 de mayo, antes de las elecciones, escribí: El agotamiento de socialistas y comunistas, en dicho artículo destacaba el papel de los activistas de nuevo cuño, miles de personas realizan gran actividad política y social fuera del marco de los partidos tradicionales, su labor influye positivamente en entornos sociales locales y además su oposición activa, empuja y despierta a los partidos, siempre fue útil.
‘Gatherestudios’ es una empresa de análisis y estudios estadísticos, de los que realizó sobre el 15-M, en mayo de 2011 ‘Primeros resultados de la encuesta “Análisis del movimiento 15M” entresaco conclusiones: 
1) El 55,70% de los encuestados participó en alguna de las convocatorias relacionadas con el movimiento 15M (manifestaciones, concentraciones, acampadas, etc).
2) La fuente principal de información de los encuestados han sido las redes sociales en Internet.


3) Más de dos tercios de los encuestados creen que es un movimiento apolítico. (Asombroso, salvo que tenga como explicación el apoliticismo considerarlo al margen de los partidos políticos)

4) El 76% no pertenece a ningún tipo de organización formal, aproximadamente el 63% de ellos se definen su ideología como de izquierda o centro izquierda. El 70% no supera los 34 años. Así mismo, aproximadamente el 70% de ellos han cursado estudios superiores. Solo el 17,7% de los encuestados son estudiantes y un 18% son parados. Entre los encuestados, más del 93% son usuarios de redes sociales.

Una parte de esa actividad podría dar mejores resultados, iterando con las organizaciones partidarias y entrando en el Parlamento para lograr normas legales que impulsaran y obligaran modificaciones a sectores ideológicos, económicos y empresariales. Tampoco los partidos parlamentarios consiguen mayores resultados porque les falta un fuerte empuje, como el suministrado por estos miles de indignados afincados por barrios y sectores, no iteran con ellos en muchos casos por considerarlos no suficientemente democráticos. Además de percibirlos en ocasiones como una competencia que los apartará a ellos de la primera línea.

Un salto adelante es necesario para avanzar en resolver problemas, mezclar ambos componentes, lo nuevo y lo viejo, como se hizo en el pasado con tan buenos resultados para la modernización y progreso de la sociedad española, que fue posible y espoleada por la suma de fuerzas diversas. Mezclar, sumar nuevas realidades, no integrar individuos con el criterio de derrotar a los otros, si los partidos -son la institución peor valorada en las encuestas del CIS- no entienden que no sirven adecuadamente a las demandas de la ciudadanía, y tienen que abrirse a grandes modificaciones, si solo pretendieran captar a gente nueva para acallar contestación externa, si pretendieran asimilar a los que se mueven, o integrar en sus filas la savia nueva, sin adecuar sus estructuras y funcionamiento seguiríamos atascados y más temprano que tarde irían siendo apartados. El problema esencial no está en elaborar ahora un programa más izquierdista que el de al lado, tentación que abrazan socialistas y comunistas tras la irrupción de Podemos, el problema esencial tiene que ver con la poca democracia interna y participación, con reconocer errores que implique cambios en las formas de organización, deliberación y decisión. 



En el libro escrito por Santos Juliá ‘Camarada Javier Pradera’ recién publicado por Círculo de Lectores –precio bajo-, evidentemente sobre el gran Javier Pradera, recoge un pensamiento similar al de la primera parte del título, ‘no éramos demócratas’. A la cual añado la idea de que aquellas gentes, los rojos, fueron la punta de lanza que libró las batallas principales por instaurar la democracia en España. Juzgar el pasado con los parámetros del presente conduce a equívocos y errores de interpretación sobre lo que sucediera entonces. O uno se sumerge en aquella época que pretenda estudiar, o resultará difícil comprenderla.


No, los rojos no eran demócratas, pero sin ellos no existiría la democracia en España, sin sus luchas de resistencia en la postguerra, vaya usted a saber lo que hubiera sido esta España, porque, tampoco eran demócratas los franquistas, ni el aparato del estado, la policía, jueces, ni los fachas, ni la extrema derecha, ni los militares, ni la iglesia, ni el empresariado, ni tantos y tantos otros, millones de españoles que luego vivieron en democracia. Si lo hubieran sido, Franco no hubiera muerto en la cama investido de sus poderes. No se engañen, los pocos demócratas españoles que había en diferentes sectores sociales, incluso de los citados arriba, ni siquiera en los setenta luchaban por la democracia encuadrados en organizaciones en las primeras líneas, salvo excepciones.


Las organizaciones que lucharon contra la dictadura franquista, contra el capitalismo carpetovetónico, contra la intransigencia religiosa, contra los instrumentos represivos del estado, contra aquellas leyes, estructuras y normas tan carcas, tan rancias, fascistas, machistas, opresoras, represivas, explotadoras… las fuerzas luchadoras de choque, fueron fundamentalmente de izquierdas. En esas organizaciones clandestinas, fundamentalmente marxistas y anarquistas, luchaban hombres y mujeres rojos y posteriormente durante la transición se fueron constituyendo organizaciones cuyo carácter fundamental se iba desgajando del de clase, tales como feministas, ecologistas…

En la última etapa del franquismo, finales sesenta y setenta, varios miles de activistas políticos, los implicados hasta las cejas, integrados en los grupos organizados, luchaban por cambiar la sociedad, cada uno con su utopía, aunque para todos estaba claro que aquella sociedad no la querían. No hubo ningún plan elaborado por nadie que definiera la sociedad que luego conocimos, se fue construyendo sobre la marcha en función de las ideas que se reelaboraban a cada momento, condicionados todos, derechas e izquierdas, españolistas y nacionalistas, monárquicos y republicanos, revolucionarios y reformadores, todos eran obligados por la correlación de fuerzas que tenían los unos y otros, o por la que pensaban tendrían ellos y los otros, porque los cambios en las fuerzas se producían diariamente.

La Huelga General de finales 75/76, fue un acontecimiento enorme, en duración e intensidad, desde mediados de diciembre hasta primeros de febrero, hubo días con 400.000 obreros en huelga en Madrid. Una vez más sacaron un decreto de congelación de salarios, era habitual, y se fue incendiando la pradera. Se militarizó Correos y RENFE, montones de despedidos y sancionados, cuya eliminación de sanciones, se logró. 

No eran demócratas las organizaciones e individuos que lucharon contra el franquismo en primera línea durante la larga posguerra; ni siquiera en los setenta. Los individuos que querían hacer algo contra aquella horrible sociedad, represiva y explotadora, se integraban en organizaciones marxistas, porque eran las que existían con capacidad organizativa, entrega y espíritu de lucha y posibilidad de encuadrar, tenían estructura, líderes y estabilidad. Y sueños de un mundo más libre y justo. –Las teorías organizativas leninistas impregnaron el siglo XX hasta hoy, a todos los tipos de organización, de izquierdas o derechas, de obreros o empresariales. Tengan en cuenta que durante muchos años del siglo XX los autores más leídos, con mayor cantidad de libros editados en el mundo, fueron Lenin y la Biblia-

Nadie consiguió totalmente, -ni en un alto porcentaje- los objetivos utópicos que se había trazado, desde la extrema derecha, franquistas, reformadores, socialistas, comunistas, a la extrema izquierda; desde la patronal hasta la Iglesia, desde el mundo agrario al industrial,… Ni por supuesto todos tiraban en la misma dirección, cada grupo luchaba por unos ideales y empujaba hacia un lado, incluso aquellos dentro del mismo campo ideológico peleaban entre ellos, a derecha e izquierda. En las filas derechistas, fue uno de los pocos períodos de la historia de España en los que la derecha fue dominando a la derechona, aglutinando cada vez mayor fuerza política, que en suma recogía gran parte de la fuerza económica, la burguesía a cada momento que pasaba se sumaba con mayor fuerza a la apuesta democrática. Y las fuerzas de izquierdas también fueron poco a poco apostando por ella, el problema era determinar con qué grados de desarrollo.

Tras morir Franco, todos los poderes, económicos, políticos, militares, religiosos, los gobiernos y élites mundiales, tenían bastantes dudas de cual podría ser el resultado de la situación española a corto plazo, -el vecino Portugal ofrecía inquietantes ejemplos para ellos- cabían posibilidades con tintes rojos, o bien España podría derivar a una democracia burguesa, de corte sudamericano o de estilo europeo. Y no crean que con un solo puerto posible de llegada, aquella democracia teórica abría una horquilla bastante amplia de posibilidades concretas, porque dentro de esa democracia burguesa no era lo mismo unas cosas que otras, recuerden que al principio se postuló la ¡apertura franquista! como salida y evidentemente las diferencias con otras opciones democráticas eran enormes. Había que determinar en concreto cada día, cada año, el modelo de sociedad, con mucha disparidad entre los niveles de reparto de fuerzas.

Tampoco se puede pensar que absolutamente todo estaba en el aire, y por tanto carecieran de sentido los movimientos de las fuerzas políticas. Se construyó sobre los cimientos teóricos de muchas personas, en este caso sí puede considerarse, con aportaciones democráticas, por carentes de tintes dictatoriales de derecha o izquierda, cuyas líneas de organización del estado, separación de poderes, y participación popular, eran clásicas democráticas- sus aportaciones precisamente se limaban de extremismos para conseguir integrarse con mayor celeridad y profundidad en las diversas fuerzas y por ende en el pueblo que los apoyara. En ningún caso olviden que la mayoría de la población nunca luchó contra Franco mientras éste vivió. La guerra fue una derrota brutal que exterminó a varias decenas de miles de personas preparadas, conscientes, responsables, echó de España a cientos de miles y doblegó por la fuerza a unos cuantos millones.-

Así que los grupos modificaban sus fuerzas, por recibir mayores o menos apoyos, de las gentes, del pueblo, de los trabajadores, de las patronales, en función de las luchas que se producían en las calles, en los barrios, empresas, universidades… y por supuesto las fuerzas se movían por los apoyos del capital, cuyos diferentes sectores nacionales y/o internacionales apoyaban a unos u otros en función de sus diversos intereses. Los partidos poco a poco modificaron su capacidad, también por la solidaridad internacional, incluidas las internacionales, el apoyo del mundo diplomático, o sus maniobras - personificaba los poderes e intereses de otros gobiernos- y así fueron calando las propuestas de cada grupo director del proceso en grandes sectores de población, que cuando tuvieron que decidir, fueron votando a unos y dejando de votar a otros. Sí, hubo derecho a decidir en muchos frentes, no es un invento actual.

Ni de broma puede aceptarse que el resultado de la Transición fuera el que hemos vivido gracias a unos cuantos que tuvieran un plan, fueran el Rey o Suarez, Carrillo o Botín… que evidentemente eran figuras singulares que representaban opciones e influían, pero en ningún caso salió lo que ellos trazaron, que por otra parte modificaban a cada paso, cada semana, cada día.

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