lunes, 19 de mayo de 2014

No me gusta el culto a la personalidad

Aquella antigua forma de funcionamiento de antaño podría servir durante la dictadura, pero no es posible mantenerla en democracia, ni siquiera adaptada a los nuevos tiempos, el cambio debe ser más profundo, deben utilizarse nuevas maneras. La ciudadanía pide mayor participación en los debates, en las decisiones, en la elección de sus representantes... O se romperá la baraja, como está ocurriendo. Las agrupaciones locales deben tener mas opiniones, la militancia local tiene que opinar y debatir sin esperar los papeles de arriba, las discusiones con los vecinos o compañeros de trabajo hay que hacerlas sin esperar a los popes, los individuos, militantes, no pueden quedar convertidos en meros comparsas para los mítines de los personajes. Sobre el paro y la crisis todos tienen que opinar, sobre Catalunya y Europa, etc. por el contrario se ven encorsetados, llama la atención las pocas conversaciones públicas que mantienen los militantes de partidos tradicionales, que las reservan para sus popes.

Quizás no se han dado cuenta de que hay que intervenir en sociedad bastante más extensamente que ahora, hay que llegar a bases sociales mucho mas amplias que el grupo de influencia de cada cual, con muchas ideas sobre todas las cosas y no necesariamente deben ser ideas partidarias ni partidistas, lo cual hace muy bien la derecha, llenando montones de órganos de expresión con sus opiniones, desde gratuitos a mansalva, a prensa de pago, por radios y teles locales, por clases y púlpitos... inundan en ámbito local -y lo global-, mientras los progresistas, -aquí en este pueblo- se resisten a crear plataformas amplias de opinión, no partidaria, con ideas laicas, críticas y racionalistas, defensoras de la equidad y justicia, democráticas, capaces de explicar los mil y un pormenores concretos de la vida desde una óptica alejada de la carcunda y lo reaccionario, sin necesidad de ensalzar al empresariado español, tan cerca de las tetas del estado, y tan alejados de los emprendedores y empresarios creadores de productos y servicios con trabajo, tan cerca del BOE y tan lejos de los trabajadores...

Hay miles de ideas y aspectos nuevamente necesarios a distribuir y opinar sobre ellos, porque muchos fueron  olvidados y otros porque los nuevos retos, las nuevas realidades obligan a debatir y opinar de mil maneras, sin dejar el terreno libre a la carcunda. Este pueblo necesita un órgano de prensa digital, no partidario, que concentre diversidad de ideas y opinadores fuera del ámbito de control partidario. Muchos se resisten, porque no ven la utilidad de que exista una plataforma más amplia que sus propias siglas, precisamente hay necesidad  de llevar la política más allá, un órgano de prensa así, podría aumentar la rentabilidad política actual, por llegar a bases sociales más amplias, siempre que trascendiera a los partidos concretos, siendo de utilidad para todos los partidos progresistas.

Mas desarrollado escribí 'La batalla de la comunicación' y la segunda parte sobre 'el mensaje necesario'.

No me gusta el culto personalista.(16/11/2011)

No me gusta que todos los partidos que se presentan realicen una campaña tan asquerosamente individualista, tan iguales en la exaltación del jefe de turno que presentan como candidato a presidente de gobierno. Las elecciones en España son para elegir diputados y senadores y no candidato a Presidente que lo elige el Congreso, los representantes elegidos, estos sí, por el pueblo. A pesar de que se dé por entendido que el líder/jefe de una lista electoral sea el presentado por esa lista como candidato a Presidente, es confundir al electorado jugar en falso, porque aunque sea elegido representante al Congreso salvo 2 de ellos, ninguna tendrá posibilidad de ser candidato a Presidente, que en todo caso no elige el pueblo sino los diputados.

Si lo anterior no fuera suficiente es todavía peor la excesiva imagen personalista en las campañas, el culto al líder en la política, no me gusta tanto individualismo, por mucho que los gurús de campañas indiquen la conveniencia de personalizar, en España es uno de los grandes defectos, criticados por casi todos los partidos pequeños, y practicado por todos. Cargar un alto porcentaje del peso de la campaña en pegar fotos del jefe es un mal germen para el futuro.

Si queremos dar mayor responsabilidad a diputados y senadores empecemos por pensar en su existencia individualizada al margen de considerarlos meros comparsas del jefe de turno, sea Lara, Uralde, o Díez. Los parlamentarios deben cobrar mayor vida pública de la que dan los medios de prensa, tener mayores vínculos con el electorado, para lo cual deben empezar por ser conocidos, ser escuchados, tenemos que poder exigirlos, hablarlos, saber qué piensan y como formulan sus discursos.

Sucede en Ayuntamientos, solo conocemos al alcalde, en CCAA solo a su presidente, nadie más habla, nadie monta reuniones, charlas conferencias, salvo para que hable el jefe, no se conocen los equipos, no se ven en entrevistas en los medios, en las calles, mítines, reuniones, en las radios. Hay solo un jefe parlanchín arropado y cuando éste no llega, un subteniente. Forma de empobrecer la política. Ningún partido tendrá sentido sin sus militantes, simpatizantes, parlamentarios y ello empieza por concederlos valor, que no solo tiene la cabeza, el jefe. Necesitamos saber que cuando existan dificultades no las resolverá el jefe solamente, necesitamos conocer a los equipos compuestos por diferentes personas que deberían funcionar, queremos saber que están preparados y pueden ser exigidos por todos, y ello comienza en la campaña electoral acercando realmente caras, personas y discursos, no solo de un jefe.

Cambios en la ley electoral pedimos todos, muchos coincidimos en aquellos que den mayor igualdad a la relación votos/escaños y en la posibilidad de elegir el orden dentro de una lista que no estuviera bloqueada, pero nada tiene sentido sin ampliar el marco de referencia de las personas en los partidos. El culto a la personalidad que se instala desde el principio en los partidos nuevos es incomprensible si quieren revitalizar la política y el instalado en los partidos viejos debería disminuir hasta desaparecer. Tantos y tantos jefes en cada campaña general, local y autonómica nos apartan las personas de los candidatos y encumbra peligrosamente a esos jefes a la toma de decisiones como reyezuelos de taifas aislados de sus bases. En esta situación de qué sirve tanta discusión programática y de principios si cuando haya que tomar decisiones de gobierno las decidirá un individuo al margen de ideas colectivas.

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