lunes, 29 de julio de 2013

Balance de media legislatura. Buenos días, Alcorcón

Buenos días Alcorcón. Me reincorporo a esta ventana, al menos durante un tiempo, ya que quizás merezca la pena reflexionar sobre esta mitad de legislatura, contraponer un balance al mostrado por el PP y afines. A pesar de mantenerme algo alejado del público alcorconero, la realidad, en ocasiones, le da a uno un  par de bofetadas que le obligan a gritar, aunque poca gente le escuche. Es una forma de normalizar la circulación, de echar demonios fuera y chillar que no me gusta comulgar con ruedas de molino. -Ni de ninguna otra forma, entiendan lo anterior como licencia literaria-.

Y qué me ha producido este malestar? la chulería e insolencia del PP, que ha realizado su particular balance de media legislatura ampliamente adornado por música y juegos florales, y las posteriores mentiras y simplezas de sus voceros, que leí hace unas semanas y de repente me recordaron aquellas proclamas florales de hace cincuenta años en mis tiempos jóvenes, cuando aquella mísera vida la mostraban como modelo de perfección, pretendiendo tapar el mundo que nos rodeaba. Nada más lejos de la realidad que los balances y opiniones que escucho y leo, que no conducen a explicar lo que ocurre y lo que es peor, están muy alejados de mostrar salidas favorables para el conjunto de la ciudadanía.

Permitan unas pequeñas acotaciones antes de seguir, para situar el entorno en  el que nos movemos: -Pueden encontrarlo desarrollado en mi libro ‘El poder de los mercados. Y los españoles’-

1) Estamos inmersos en un cambio de era comenzada con el siglo XXI y cuyo magma que lo configura es: la globalización, el ascenso de los emergentes y el poder de los mercados financieros. Nuestras vidas y problemas no son ajenas a ninguno de estos grandes fenómenos, por tanto cualquier solución sin contemplar esta realidad, será pura farfolla. No se trata de una etapa del viaje que llevábamos, es otra dimensión muy diferente del mundo y de nuestras vidas.

2) La crisis económica internacional de 2007 fue el parteaguas del cambio de era global, aunque los problemas se manifestaban desde una o dos décadas antes en cada uno de los fenómenos señalados, lógicamente. Los españoles, a pesar de llevar cinco años de crisis, realmente estamos comenzando a transitar por este nuevo camino del cambio de era que no sabemos a dónde nos llevará, pero que tardará bastante en situarnos sobre la vía que tomaremos para los próximos 30 años.

3) En España coinciden varias crisis sistémicas, no de una ciudad en particular o de una comunidad autónoma. Soportamos una crisis económica, una crisis política, y otra institucional, que pueden provocar un cambio de régimen y una larga etapa de turbulencias económicas y políticas, inmersas en crisis similares europeas, -reconfiguración de la UE, y de la eurozona, con la batalla del euro en curso, al tiempo de la redefinición institucional de las relaciones europeas- a su vez dentro del magma de la globalización, los emergentes y el poder de los mercados financieros, en los que por ahora, la Europa conocida de los 15, es una de las partes perdedoras.

4) La crisis española es muy profunda, nada volverá a ser como antes, detonada por la burbuja inmobiliaria y de crédito, que estalla al tiempo que la crisis internacional, influida por ella, pero con características propias, tiene que ver con un modelo productivo que arrastrábamos, obsoleto, que no solamente se refiere al sector construcción, integra el problema de la energía, la falta de I+D+i, nuestra pobreza empresarial, etc. etc. que mostraba sus carencias desde hacía décadas y nadie se atrevió a atajar.

5) La crisis política tiene que ver con: el agotamiento de la sociedad surgida de la Transición, y no solo de las élites y organizaciones, y de los partidos, cerrados, insuficientemente renovados y poco permeables a nuevas ideas y corrientes de representación social. Las élites de poder y los intelectuales tuvieron poca capacidad de iteración, ya que los problemas fueron visibles, hay suficiente literatura sobre ellos, pero las organizaciones –empresariales, políticas, sindicales, cívicas…- no los asimilaron colectivamente y no actuaron en consecuencia. ¿Conocen ustedes proyectos de partidos políticos, desde mediados de los noventa, que explicara la explosión de los emergentes y los cambios inmediatos que había que acometer?

6) La crisis económica y política, está mostrando el agotamiento de un régimen insuficientemente preparado para reorganizar la sociedad, dirigirla, representarla y proyectarla hacia un futuro colectivo asumido por amplias mayorías, respetado, querido, deseado… Al contrario, al calor de los enormes problemas acumulados, las instituciones y el régimen en su conjunto, se resquebrajan, abriendo nuevas vías de problemas ante la falta de proyecto común. La cuestión nacional, problema que se agravará bastante, tiene que ver, -aunque no solo-, con este aspecto de falta de proyecto político ilusionante que los nacionalistas lo encuentran en la independencia.

7) Ningún problema es sencillo, ninguna explicación que lo pretenda, puede ser simplista, -huya usted de la simpleza y del simplismo- al contrario, la complejidad e iteración entre los problemas y soluciones serán la norma. Todo lo externo nos afecta y nada de lo que hagamos dentro del país, o del pueblo, tendrá por sí solo valor para resolverlo, pero al mismo tiempo, sin apoyarnos en las propias fuerzas no encontraremos la salida.

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